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lunes, 3 de agosto de 2009

Memoria olvido y decisión


Memoria olvido y decisión

Anteriormente el concepto de memoria había estado influenciado primero que todo por mitos creados por filósofos griegos como platón, en la actualidad nuestro conocimiento respecto a que es la memoria está muy relacionada con las ideas asociacionistas las cuales nos dicen que recibimos impresiones cuyas huellas o impactos se imprimen como en una tablilla de cera. Hoy nos vendría bien para expresar la misma idea, la imagen de la memoria como una cinta de video, en la que ningún detalle que pasase por el ojo de la cámara dejara de grabarse.
Sería muy aconsejable romper con esta tradición mecanicista. Contemplamos la memoria dentro de un conjunto más complejo que llamaremos sistema de almacenamiento, recuperación y decisión.
Es imprescindible tener en cuenta que todo lo que se olvida o se recuerda tiene que ver con lo que nos está interesando hacer en el presente.
La obligación de pensar las cosas en nuestro presente y tomar las decisiones oportunas en presente subordina toda la serie de datos. No se puede decir que ninguna imagen del pasado nos asalte, sino que los datos los traemos según las necesidades actuales.
El saber es una capacidad de procesar la realidad, que puede ser utilizado después de adquirido para codificarlo de nuevo en algún tipo de medio expresivo: en imágenes más o menos vivas (coloreadas, animadas), música, postura corporal, dibujo, escritura, etc.
El pasado se recrea cada vez que recordamos. Recordar es una forma de representarnos algo que sabemos y no precisamente una mecánica del retrato, un revelado exacto de lo sucedido.
Las experiencias que vemos, que sentimos, las podemos memorizar mediante métodos de almacenamiento, esto es, descompuestas por un análisis que deducirá los elementos últimos de sentido. Esta especie de estructura profunda del significado, puede ser retomada parcialmente y las partes pueden ponerse en relación mutua o con otros conocimientos previos, o ser traducidas a diferentes formas simbólicas distintas a la original.
Cuando se habla de la memoria empleando metáforas fotográficas, habría que tener en cuenta que la foto vale por la persona. Hace las veces de la persona cuando a través de ella nos ayudamos para, dado un cierto vacío de formas, reconstruir el infinito continuo del tiempo. La foto, bien mirado, no se corresponde con nada de lo que exactamente pasó. Aunque nos asombre la información que puede llegar a proporcionarnos nunca deberemos confundirla con una repetición de algo ya sucedido. Por la misma razón, podemos generalizar estos ejemplos diciendo que en la memoria no hay repetición posible, sino una síntesis más o menos rica en información.
Todos los datos que se van procesando mientras se actúa, son ordenados y agrupados, los unos como foco de lo que interesa y los otros como neutros o bien como elementos a potenciar porque favorecen o bien como elementos que hay que contrarrestar porque perjudican a la acción de que se trate (o a otra colateral que se vería afectada si no se toman las medidas oportunas).
La memoria no refiere sólo a lo que una persona aislada pretende archivar para la conveniencia de sus propios asuntos, sino que también puede ser colectiva. Sabemos cosas sobre nosotros, que también sabemos de las demás personas, individualmente o configurando organizaciones sociales. Por ejemplo, sabemos que si cometemos un delito puede que nos persiga la policía, o que cada cuatro años hay elecciones, o que en el siglo diecisiete los señores a la moda usaban peluca, o que se dice que un tal Guillermo Tell atravesó con una flecha una manzana que tenía un niño puesta en la cabeza.
Encontramos a la memoria el olvido y la decisión unidas, por ejemplo: Cuando preguntamos a alguien cómo le ha ido el día nos contesta que bien, mal o regular. A lo largo del día atravesamos multitud de pequeños incidentes: tropezamos, nos alegramos, nos entristecemos. Hay muchas situaciones realmente diferentes, por lo tanto un resumen del sucedido en el día no puede ser otra cosa que un balance según algún tipo de criterio personal.
Debido a que un individuo puede hacer un balance a propósito de su posición en la sociedad, otros individuos -que también a su vez hacen tal cosa- pueden darle, como resultado contable, balances negativos. Puede suceder que una familia, un grupo, una institución o sociedad entera estén deprimidos debido a tal suerte de juicios adversos. Se habla entonces de clima, atmósfera de grupo, en vez del cómo te va.
La síntesis que produce la memoria tiene que estar subordinada a la acción, pero esta acción muy bien puede referirse a otra de la que a su vez depende. Proyectos inmediatos que tenemos, por ejemplo durante el día, están subordinados a planes semanales que a su vez lo están de otros a largo plazo. Así, un chico pide el número de teléfono de una chica. Acordarse del número de teléfono es un elemento necesario para llevar a cabo un posible contacto posterior, que a su vez forma parte -el contactar- de la necesidad de encontrar una pareja con la cual formar una familia, es un supuesto. Cuando se trate de momentos electivos claves, como formar una pareja, tener niños, comenzar una nueva profesión, etc. tendremos que memorizar cosas fundamentales de nuestra vida, y no tan sólo un número de teléfono. Incluso a la hora de morir parece ser que muchos moribundos, para morir bien, necesitan hacer un último balance de lo que ha sido su vida.

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